Tengo que confesar que me he vuelto fanático de las películas del señor Rob Zombie. Hasta tal punto, que cualquier proyecto del cineasta y músico capta mi total atención. Considero que como director tiene una forma muy personal de contar una historia. Como los más reconocidos directores, Rob Zombie supo encontrar una manera de transmitir emociones muy propia de él y que ningún otro posee. Ustedes dirán que soy un exagerado, pero créanme, estoy casi seguro de que una película de este señor los va a entretener y mucho. En esta oportunidad les traigo un film que para mi es excepcional. House of 1000 Corpses, estrenada en el 2003, es la primer película que dirige Rob Zombie. Con este proyecto, el señor con dreadlocks y chivita llegó para quedarse.
La historia, que dicho sea de paso tiene algunos guiños a clásicos del terror, se centra en el viaje de dos adolescentes en busca de leyendas de asesinos seriales. Para su sorpresa, se topan con una familia cuyos miembros se dedican a cometer asesinatos. Este film verdaderamente lo tiene todo: si te atrae lo bizarro te va a gustar, si te entretienen historias con familias psicóticas que realizan todo tipo de rituales te va a gustar, si te apasionan los momentos WHAT THE FUCK?! te va a gustar y si sos de esos que disfrutan buenas escenas gore, definitivamente te va a gustar. Algo que llamó mi atención es la forma en que está filmada. En ella podremos encontrar verdaderos planos y tomas de calidad, cuestión que me sorprendió. Nunca me imagine que el metalero Rob tuviera tanto talento. Los efectos son geniales, porque mantienen el complemento "vieja escuela" pero sin perder la calidad. Las actuaciones son buenas, no deslumbran, pero acompañan al nivel de locura y truculencia de la película. La música es un tema (cuac) aparte. Se nota que Rob estuvo haciendo de las suyas a la hora de crear ritmos oscuros y melodías irónicas. Cuando ya empezábamos a dejar de creer en el cine de terror norteamericano, llega este señor para darnos terrible patada al pecho con House of 1000 Corpses.
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